El mayor espectáculo del mundo
eres tú,
con la mirada ausente y
desdibujada en una imagen inmóvil.
Tú, fermentando en un sofá;
tú, cayendo mientras caminas en
un laberinto de pasos iguales;
tú, con tu desoladora
cotidianeidad,
atado a una circunstancia sin
rostro o nombre auténtico.
Hueles cada día el sexo
impersonal y ácido de la derrota,
te eternizas en un eco, en una
réplica sonora de tu decadencia.
No hay lágrimas, no hay gritos, sólo
un vacío dilatado, invisible,
que te abraza compasivamente mientras
te traga,
mientras te cancela como un
vulgar contrato.
¿Es que no viste la cláusula, no
viste
toda esa letra pequeña, el cáncer
de tu irrelevancia?
No te inquietes: tu melodrama sólo
es un problema administrativo
y tus emociones, pura estadística
conceptual.
Ahora tiéndete a ti mismo una
mano y rescátate, traza una mueca
sonriente, participa de la
felicidad de tu inmenso Ocio,
mientras una negación paulatina y
suave te elimina de la foto
y lo que queda de ti, tu
fantasma, empiezas a ser tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario